En según que momentos, de nuestra vida
me gusta salir de noche, aunque sea en soledad,
paseando, y sentándome en un banco a solas
observando el silencio que existe a mi alrededor
pero no me considero que esté sola.
Estan las estrellas, que con su luz
me iluminan, el rayo que la luna me envia
para decirme que me hace compañía
las farolas, que con su pálida luz
me acompañan, y la brisa de la noche
envolviéndome con su helor de las horas tardías.
Una noche, que tiene su magia, aunque tú no la veas
no hay nadie, todo resulta solitario, una paz
una quietud que te estremece, pero a la vez
agradeces ese silencio, que aunque crees
estar sóla no es así, hay ojos que te miran
en la oscuridad, pero no te hacen nada
simplemente te dejan con tus pensamientos.
La noche es mágica, tiene su encanto
por eso siempre que puedo doy ese paseo
nocturno, mirando al cielo, contemplando
ese vaiven de estrellas y luceros incansables
que pasan sin cesar acompañándome
en mi largo caminar.
Angela Ucher Soto
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