Dormida esperándote me quedé,
con mil y un deseos de verte,
hablarte, besarte, rozarte.....
compartir tus inquietudes
alegrias, tristezas, del dia a dia.
pero no pude, el sueño
y el cansancio pudo más que mi persona.
Al fin llegaste, con suave y tierno sigilo
te posaste en mi, y yo sin sentirte
pero tú seguiste, besándome, acariciándome
suavemente mi piel y besándola lentamente
dejando la esencia de tu pasión y tu
inconfundible amor.
Y yo seguí en mi sueño, quizás era el sueño
de ambos, ese sueño del que nunca quieres despertar
porque estás al lado de la persona que amas
profundamente con todo tu ser
quizás tal vez, éramos en ese instante
dos seres en uno sólo que amándonos
de ese sueño no quisiéramos
nunca despertar y por siempre amar.
Angela Ucher Soto
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