En esas tardes, que te encuentras
un poquito melancolica, y saboreando
una taza de café olé o un buen té,
es cuando abres ese baúl que tenías a buen
recaudo y en donde guardas tus
más íntimos secretos, es entonces
cuando al abrirlo sientes una sensación
de extraneza y añoranza a la vez.
De leer los escritos, o las cartas
que alguien en su día te escribía y
al leerlas no dejas de sonreir, o bien
esos poemas que alguien te escribió
para tí, y en ese momento te hizo
sentirte muy feliz, o bien tus sentimientos
más íntimos, porque no tienes a nadie
con quien compartirlos, y los plasmas en papel,
y con el paso del tiempo poderlos volver a leer.
Esos baules que siempre contienen bellas
historias, de familia, o de esos amores que
nunca pudiste tener, por ser prohibidos,
pero que en su momento fueron los más
maravillosos e intensos que se pudieron vivir.
Hojas arrugadas por el tiempo, pero no
para esos sentimientos que afloran al leerlas,
letras que jamás se olvidan y que para siempre quedan,
esos baules que se cierran y con ellos los más bellos
pensamientos y recuerdos que nunca dejaremos
en olvido, porque aunque sean papeles viejos y
dañados por el tiempo, letras ilegibles, nosotros
sabemos lo que en sus escritos encierran,
sentimientos, anhelos, amores, e historias
de nuestra vida.
Angela Ucher Soto
Derechos reservados.
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